Por Nemesio Castañeda Sánchez y Mercy Rodríguez. Docentes J.M
La incursión de un pueblo en los campos de las tecnologías es una cuestión de índole cultural, asociado al desarrollo intelectual caracterizado por el salto hacia el quehacer riguroso de la metrización, la precisión y la demostración, previa geometrización del mundo.
Esto es así porque presupone una forma de concebir, pensar y ordenar la realidad de una manera diferente a cómo se hace desde lo mítico-mágico, en donde los fenómenos son causados por los caprichos de potencias sobrenaturales y las relaciones económicas son prácticamente de corte medieval, reguladas por la dependencia que se da entre señores y siervos. Se comprenden las razones por las cuales esos fenómenos no pueden ser elevados a la categoría de fenómeno-técnicas.
La idea de que es posible entender, predecir y controlar los fenómenos que rodean al hombre, y de que este puede vencer las limitaciones impuestas por la naturaleza, ha tenido gran influencia) sobre el desarrollo de los países con acervo científico-tecnológico endógeno. A diferencia de aquellos en los cuales los conceptos y los valores tradicionales, vinculados a perspectivas mágicas o religiosas, han impedido a sus nacionales hacer uso pleno de sus facultades y potencialidades en esta dirección creativa.
La tecnología es una muestra de la capacidad creadora del hombre, pero también un llamado de atención cuando se usa sin conciencia.
El siglo XX fue denominado el siglo de los objetos tecnológicos, en donde la forma, lo concreto maravillaba en la creación de nuevos aparatos para el uso cotidiano. Basta con observar los diseños sicodélicos de los objetos sencillos para una cocina, del bazar de electrodomésticos de una casa, del afán desmedido con que se cambian los modelos y las tendencias de la moda.
Todo esto hace parte de una industrialización sin freno, de un mercado anti-ético, de una publicidad irresponsable y agresiva que genera en las personas necesidades efímeras e innecesarias; así como el mundo se ha encontrado en un constante progreso.
También existen personas preocupadas por el agua del mañana, por la limpieza del aire que respiramos, por buscar el otro medio ambiente que se ha perdido y que no se puede comprar por Internet o en un supermercado. Es la conciencia por buscar los detalles pequeños de las cosas más sencillas de la vida.
La incursión de un pueblo en los campos de las tecnologías es una cuestión de índole cultural, asociado al desarrollo intelectual caracterizado por el salto hacia el quehacer riguroso de la metrización, la precisión y la demostración, previa geometrización del mundo.
Esto es así porque presupone una forma de concebir, pensar y ordenar la realidad de una manera diferente a cómo se hace desde lo mítico-mágico, en donde los fenómenos son causados por los caprichos de potencias sobrenaturales y las relaciones económicas son prácticamente de corte medieval, reguladas por la dependencia que se da entre señores y siervos. Se comprenden las razones por las cuales esos fenómenos no pueden ser elevados a la categoría de fenómeno-técnicas.
La idea de que es posible entender, predecir y controlar los fenómenos que rodean al hombre, y de que este puede vencer las limitaciones impuestas por la naturaleza, ha tenido gran influencia) sobre el desarrollo de los países con acervo científico-tecnológico endógeno. A diferencia de aquellos en los cuales los conceptos y los valores tradicionales, vinculados a perspectivas mágicas o religiosas, han impedido a sus nacionales hacer uso pleno de sus facultades y potencialidades en esta dirección creativa.
La tecnología es una muestra de la capacidad creadora del hombre, pero también un llamado de atención cuando se usa sin conciencia.
El siglo XX fue denominado el siglo de los objetos tecnológicos, en donde la forma, lo concreto maravillaba en la creación de nuevos aparatos para el uso cotidiano. Basta con observar los diseños sicodélicos de los objetos sencillos para una cocina, del bazar de electrodomésticos de una casa, del afán desmedido con que se cambian los modelos y las tendencias de la moda.
Todo esto hace parte de una industrialización sin freno, de un mercado anti-ético, de una publicidad irresponsable y agresiva que genera en las personas necesidades efímeras e innecesarias; así como el mundo se ha encontrado en un constante progreso.
También existen personas preocupadas por el agua del mañana, por la limpieza del aire que respiramos, por buscar el otro medio ambiente que se ha perdido y que no se puede comprar por Internet o en un supermercado. Es la conciencia por buscar los detalles pequeños de las cosas más sencillas de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario